La noche del Grito en Juchitán
JUCHITAN:- Los pies no pararon de bailar, Caribe y su cumbia sonaban
hasta retumbar en el pecho de los asistentes, las fiestas patrias se anunciaban
con el inicio del grito en la calle 16 de septiembre, entre las avenidas
Hidalgo y Efraín R. Gómez.
En punto de las once hizo su entrada el Ejército mexicano,
escolta y banda de guerra.
Subieron al entarimado: el Presidente Emilio
Montero; su esposa, la presidenta honoraria del DIF, Yoshira Sánchez López; el cabildo y autoridades militares. Inició el acto cívico militar.
La marcha de los soldados cimbró el asfalto, la
gente miraba con atención cada perfecto paso que daban, cada nota de trompetas
y tambores, todo era silencio mientras la bandera ondeaba en su camino hacia
las manos firmes de Emilio Montero.
En punto de las once, las campanadas abrieron el
cielo oscuro y se escuchó la voz firme, emocionada, del presidente juchiteco en
su arenga: “¡Viva Miguel Hidalgo, Viva Josefa Ortiz de Domínguez!… ¡Viva
México!” Las voces unidas de un pueblo en eterna resistencia, que sabe gritar
como sus aguerridos antepasados, atravesó la noche como truenos, respondiendo
con jubilosas “vivas”.
Entonces se abrió paso el himno nacional; unas dos
mil gargantas entonando los encendidos versos de Bocanegra, esplendorosos como
el fulgor del castillo pirotécnico a mitad de la calle, monumental castillo
hecho por manos de pólvora juchitecas.
La noche se envolvió de aplausos y gritos
eufóricos, hace dos años que no se veían septiembres de colores; los ojos
sorprendidos, las bocas trazando nuevas sonrisas.
“Por tu maldito amor” se dejó escuchar, no hay nada
más mexicano que una ranchera después del Grito de Independencia. De nuevo esas
gargantas ensordecedoras, esos pies danzantes y esa esperanza de ver en la
negra noche, un rocío de luces.
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